En un yacimiento arqueológico de la antigua ciudad romana de Aquileia (Italia), que data de hace dos milenios aproximadamente, un equipo de científicos de la Universidad de Tufts ha encontrado un material que el ser humano solo ha logrado fabricar con la tecnología del siglo XXI.

Se tratan de cristales fotónicos, nanomateriales que son utilizados en el campo de la óptica moderna para poder filtrar el flujo de la luz, reflectando ciertas longitudes de onda y no dejando pasar otras.

Estas diminutas estructuras, que se caracterizan por su paleta de colores iridiscentes entre azul, naranja y verde, tienen distintas aplicaciones en la actualidad, tales como en dispositivos antirreflectantes, láseres, lentes y pinturas que cambian de color.

En trozos de vidrio

Los cristales fotónicos fueron hallados en una capa de 100 nanómetros de espesor, de color dorado, presente sobre la superficie de trozos de vidrio que antes fueron parte de antiguos jarrones y botellas romanas.

Cuando los investigadores analizaron los restos de dichos artefactos en el Instituto Italiano de Tecnología, descubrieron que estos fueron fabricados entre el año 100 a. C y el año 100 d. C, exactamente en las arenas de Egipto, corazón del comercio global por entonces.

 El trozo de vidrio romando visto de cerca. La capa de color dorado es la película de cristales fotónicos. Foto: Giulia Guidetti

El trozo de vidrio romando visto de cerca. La capa de color dorado es la película de cristales fotónicos. Foto: Giulia Guidetti

Sin embargo, los nanocristales no fueron una creación intencional de los artesanos de la antigua Roma, sino que, para sorpresa de los investigadores, fueron un producto natural del paso del tiempo y de diversos factores meteorológicos.

Este descubrimiento es destacable, ya que, según estudios previos, solo se han encontrado cristales fotónicos de manera natural en ciertos minerales, como el ópalo, y en organismos vivos, como las alas de la mariposa y las escamas de algunos peces.

Un regalo de la naturaleza y el tiempo

Los cristales fotónicos se formaron de manera natural durante siglos luego de que los pedazos de vidrio quedarán enterrados por el polvo y la tierra, y estuvieran expuestos a cambios de temperatura y a los niveles fluctuantes del agua subterránea.

“Es realmente notable que tengas vidrio que ha estado en el barro durante dos milenios y termines con algo que es un ejemplo de libro de texto de un componente nanofotónico”, sostuvo Fiorenzo Omenetto, profesor de ingeniería y autor principal de la investigación.

“Es probable que se trate de un proceso de corrosión y reconstrucción”, señaló en un comunicado Giulia Guidetti, coautora del estudio y también experta en ciencia de materiales.

Este descubrimiento tiene implicancias significativas para la ciencia, ya que abre las puertas para encontrar un nuevo método que posibilite fabricar cristales nanofotónicos en el laboratorio con mayor rapidez.

“Si bien la edad del vidrio puede ser parte de su encanto, en este caso, si pudiéramos acelerar significativamente el proceso en el laboratorio, podríamos encontrar una manera de cultivar materiales ópticos en lugar de fabricarlos”, precisó Omenetto.

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