En lo profundo del océano abunda un compuesto aparentemente contraintuitivo que podría cambiar el futuro de la industria energética. Se trata del ‘hielo inflamable’, un tipo de agua congelada que entra en combustión con mucha facilidad si le prendes fuego.
Este hidrocarburo, conocido como hidrato de metano, fue descubierto por casualidad en la década de 1930, cuando se observó que se formaba en tuberías industriales de gas natural que pasaban por zonas con climas fríos.
Sin embargo, no fue hasta los años sesenta que los científicos descubrieron que el extraño hielo también se producía en la naturaleza cuando recogieron algunos trozos de este elemento tras perforaron la superficie terrestre.
Aunque los expertos consideran al ‘hielo ardiente’ como el combustible del futuro, pese a años de investigación, hasta ahora ningún país en el mundo consigue explotarlo a una escala comercial, aunque China es quien lleva la delantera.
“La fuente más abundante de carbono en la Tierra”
Los hidratos de metano son cristales de agua que contiene metano (CH4) atrapado en su interior.
Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), este elemento se forma únicamente a bajas temperaturas (menores a los 10 °C), alta presión (30 veces la presión atmosférica normal) y en zonas con gran concentración de metano.
Se encuentra principalmente en el lecho marino ubicado en las costas de los continentes (por debajo de los 500 metros de profundidad) y, en menor medida, en el permafrost, el subsuelo permanentemente congelado del Ártico.
Los expertos consideran a los hidratos de metano como una prometedora fuente de energía debido a que solo un metro cúbico puede liberar 160 metros cúbicos de gas metano.
Dado que los depósitos del ‘hielo inflamable’ identificados hasta la fecha son enormes y aún faltan otros muchos por encontrar, algunos expertos como Chris Rochelle, del Servicio Geológico Británico, sostienen que podría almacenar más energía que todo el petróleo, carbón y gas existente en la Tierra, contó el experto ante la BBC.
Sin embargo, hay un problema para su explotación y es que acceder a este compuesto es sumamente complicado.
La carrera por explotar el hidrato de metano
Los hielos de metano se mantienen estables bajo las condiciones específicas mencionadas anteriormente. Fuera de ese entorno, sin embargo, el metano se escapa al medioambiente y ya no puede ser aprovechado.
Por lo general, las compañías extraen el metano a través de pozos profundos que llegan directamente hasta las reservas del hidrocarburo, sin embargo, estas pruebas suelen durar pocos días, ya que suelen ser interrumpidas por elementos que perturban las condiciones del material, como la introducción de arena.
Si bien muchos países como Estados Unidos, Canadá y Japón han estado investigando las posibilidades de explotar el hidrato de metano, en los últimos años, China se ha convertido en el líder de este campo, guiado principalmente por su objetivo de independizarse de los combustibles fósiles que le proveen otras potencias.
En 2017, el Servicio Geológico de China informó haber cumplido dos récords en la explotación de este recurso: extraer el mayor volumen de metano hasta la fecha y producir el mayor volumen de metano en un solo día.
La operación, llevada a cabo a unos 1.225 metros de profundidad bajo el Mar de China Meridional, duró unos 60 días sin interrupción, por eso también fue catalogada por los expertos como un “gran avance”.
Con esos logros en el brazo, el país aspira a la extracción comercial de este hidrocarburo para 2030, señala el medio televisivo chino CGTN.
¿Esperanza o amenaza?
Pese al optimismo, todavía existen muchas dudas en torno a la extracción del ‘hielo inflamable’, entre ellas si dicha actividad puede poner en riesgo la vida de muchas especies, incluidos los humanos.
El principal temor es una fuga de metano que se salga de control y acelere el cambio climático tras ingresar al mar o a la atmósfera. Como se sabe, el metano es un gas de efecto invernadero 30 veces más poderoso que el dióxido de carbono (CO2), por esa razón, aumentaría las temperaturas globales.
Otro preocupación es que estas operaciones puedan desestabilizar el lecho marino, lo que puede provocar deslaves submarinos y, en consecuencia, tsunamis.
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